jueves, 14 de julio de 2011

Francisco Antonio Fuentes y Guzman

Nativo de la ciudad de Guatemala, donde nació en 1642 o 1643, descendiente de Bernal Díaz del Castillo, y fallecido en la misma ciudad, en 1699 ó 1700. Con él asume nueva perspectiva el relato histórico colonial.  Su Recordación Florida ya no representa el punto de vista del clérigo o el religioso, ni el del conquistador, sino la perspectiva del criollo situado en elevado sitial dentro de la estructura socioeconómica del Reyno.  Portavoz del terrateniente (Fuentes y Guzmán poseía un ingenio de azúcar) y de funcionario público (desempeñó los cargos de corregidor, justicia mayor, regidor perpetuo,  fiel ejecutor, alcalde primero y alcalde segundo).  Intentó también la creación poética, sin dejarnos obras de mérito.  Suya es una relación en verso llamad Fiestas reales celebradas en Guatemala con motivo de cumplir 13 años del rey don Carlos II.
El discurso literario de Fuentes y Guzmán luce empeñosamente barroco, resultado de la época cuando le tocó vivir, tiempo de plena adopción, en América, de la tendencia barroca.  Pero si el barroco dio lugar a creaciones de la magnitud de aquellas de Quevedo o de Sor Juana, en Fuentes y Guzmán resulta más bien como esfuerzo de ingenio o como irrenunciable influjo cultural.  En todo caso, la prosa de la Recordación Florida luce ya más acabada y mejor organizada que la de anteriores cronistas.
Por otra parte, ella viene a ser la más densa y rica en informaciones de cuantas se escribieron en la época colonial.  Especialmente valiosa resulta la referencia a manuscritos indígenas y la cita, incluso, de partes de ellos, varios de los cuales han desaparecido.
Otras obras de nuestro autor son: la Cinosura política o Ceremonial de Goatemala, cuyo original se perdió, Norte político, textos que hablan de la preocupación intelectual de este escritor, una América, hoy extraviada; La vida de Santa Teresa de Jesús, en verso, y asimismo  extraviada.  Azarosa es también la historia del original de las Indias, dentro del trámite iniciado por el autor para que se lo nombrara cronista del reino de Guatemala.  Otro original quedó en Guatemala y está en el Archivo General de Centroamérica, uno más llegó a la biblioteca real, en Madrid, y fue editado en esa ciudad, en 1882.  De la valía histórica de la Recordación queda prueba ene l aprovechamiento que de ella hizo Severo Martínez en su conocida obra La patria del criollo.
 

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